domingo, 3 de junio de 2007

Paraísos tributarios

11 de febrero de 2004
Finanzas en los paraísos fiscales

por Richard W. Rahn
Richard W. Rahn es Director general del Center for Economic Growth y académico asociado de Cato Institute.

Algunos de los que lean esto pueden estar pensando: “Ah, Islas Caimán ¿no es ese el lugar con toda la actividad financiera ilegal?
Es cierto que Islas Caimán es el paraíso fiscal más grande del mundo y el quinto centro financiero más grande, aunque se encuentra en medio del Caribe en una pequeña y agradable isla con sólo 40,000 habitantes.
Pero, contrario a la mitología de películas y novelas, Islas Caimán no se volvió rico por servirle a criminales. La verdad es justamente lo contrario. Piénselo por un momento. Si estuviera buscando un lugar para poner su dinero, ¿escogería un banco manejado por incompetentes o criminales en una jurisdicción controlada por la Mafia? o ¿colocaría su dinero en un banco manejado por banqueros honestos y competentes en un país bajo el imperio de la ley?
El hecho es que esos paraísos fiscales, tales como Islas Caimán o Bermudas y otros grandes centros financieros, como es el caso de Suiza, el Reino Unido y los Estados Unidos, todos se caracterizan por tener cortes honestas y administradores competentes.
La mayor parte del dinero en Islas Caimán es institucional más que individual y es más difícil para un individuo abrir una cuenta en Caimán que en los Estados Unidos.
Islas Caimán también tiene acuerdos con el Servicio de Rentas Internas y el Departamento de Justicia estadounidense para intercambio de información sobre supuestos criminales, evasores de impuestos y terroristas. Si usted es un maleante, no es inteligente tratar de abrir una cuenta en jurisdicciones bien manejadas como Islas Caimán y Suiza porque ninguno de esos bancos ni gobiernos lo protegerá.
Sin embargo, la gente honesta se beneficia de una razonable privacidad bancaria en estas jurisdicciones. Otro hecho es que más dinero se “lava” en Nueva York y Londres que en lugares como Islas Caimán y Suiza.
Mucha gente piensa que hay montones de efectivo y oro en bóvedas en lugares como Caimán. De nuevo, el hecho es que hay muy poco efectivo físico y casi nada de oro en bóvedas de lugares como Islas Caimán.
Lo que Islas Caimán y otros de sus competidores proporcionan es un lugar en el que grandes compañías e instituciones financieras concentran recursos –de forma electrónica- sin ser gravados o sujetos a costosas e innecesarias regulaciones, hasta que estos recursos sean productivamente reinvertidos por todo el globo (lo que puede hacerse en cuestión de segundos).
La mayoría del dinero que entra a Islas Caimán es invertido en los Estados Unidos. Algo por el orden de cien mil millones de dólares circula por Islas Caimán cada año, pero este dinero no reside físicamente en esta pequeña isla ni los residentes lo poseen. (Los residentes obtienen su dinero de la provisión de primera categoría de servicios legales, contables, financieros y turísticos.)
El dinero lo poseen millones de personas que son inversionistas en compañías tanto estadounidenses como extranjeras y quienes, es su mayoría, ignoran que sus ingresos por retiro están siendo protegidos y aumentados porque parte de sus inversiones son continuamente reenviadas a Islas Caimán hasta tanto partan a más altos y mejores manejos.
No se comprende bien que el mundo sería más pobre y habría más personas en la pobreza si lugares como Islas Caimán no existieran.
En el mundo moderno, el crecimiento económico es altamente dependiente de la inversión de capitales. El capital financiero es necesario para construir nuevas plantas y equipos, para financiar investigación y desarrollo, incluyendo adelantos médicos, y para proveer los fondos para contratar trabajadores. Muchos países tienen impuestos muy altos sobre el capital, lo que se traduce en menores tasas de inversión y en una creación de empleo más lenta.
Ni individuos ni compañías ahorrarán si sus ahorros son altamente gravados. Sin ahorro no hay dinero para inversión.
El crecimiento económico global se maximiza cuando el capital se invierte en aquellas actividades y empresas que proveen la tasa de retorno ajustada al riesgo más alta después de impuestos. Lugares como Caimán proveen ambientes más eficientes y de bajo costo para instituciones que adquieren e invierten capital, protegido por el imperio de la ley. Por esto la mayoría de los grandes bancos internacionales operan en Islas Caimán, así como cientos de compañías de seguros y miles de fondos mutuos institucionales y de cubrimiento.
Porque Islas Caimán y sus competidores existen, instituciones e individuos están dispuestos a ahorrar más porque saben que tienen un refugio seguro para sus fondos hasta que puedan encontrar otra inversión productiva y rentable. Sin estos centros, habría mucho menos ahorro e inversión y una asignación menos eficiente del capital por todo el globo.
Algunos políticos tanto en Europa como en Estados Unidos tratan de encontrar un chivo expiatorio en los paraísos fiscales porque aquellos no castigan al capital a través de altos impuestos de la manera como muchos gobiernos en Europa y Estados Unidos lo hacen. Estos políticos o fallan en o deciden no reconocer que sus intentos de evitar que individuos e instituciones utilicen las entidades de los paraísos simplemente resultarán en menos ahorro e inversión y, últimamente, en un crecimiento económico más lento en sus propios países así como en el resto del mundo.
Si estos políticos no quieren que los fondos pasen por Islas Caimán y otros paraísos fiscales, lo constructivo sería reducir el nivel de impuestos en el ahorro e inversión productivas y reducir los trámites regulatorios en sus países de origen.
La próxima vez que escuche a algún político condenando a una compañía o individuo que utiliza un paraíso fiscal, dése cuenta que el político es o ignorante de los hechos económicos o que no le importa si hay menos empleos y más personas pobres en el mundo.
Traducido por Javier L. Garay Vargas para Cato Institute.